Y mientras, el agua sigue desnudándonos. Y mientras, la orquesta sigue tocando.
Pero no todo se ha perdido.
Algún día me escaparé de manicomio. Arrancaré a pulso el dispensador de agua. Atravesaré la ventana e iré a rescatarte...
Algún día te buscaré hasta encontrarte, te tomaré de la mano y nos desdibujaremos en una estampa dentro de un inmenso sol poniéndose.
Algún día, mientras escuchas tu canción, apareceré con una sonrisa tras las rejas, y saltarás y soltarás la tela de Ariadna que paciente tejes, y bailarás como si aquel tiempo de ser niños aun existiera...
Y lloraremos...