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sábado, 12 de septiembre de 2009

Cinco de Espadas

Solo, sobre todo solo,
aun estando acompañado
por uno mismo.

Y mientras la tarde amenaza
con estirarse hasta el final del cosmos,
busco un rastro
de todo aquello que tuvimos.

Duele el futuro
y duele la impotencia,
duele el cruzar otros barrios lejanos
sin tus pies cruzándose en los míos.

Duele la alegría y duele la suerte
ahora que el tiempo las ha engullido,
el tiempo que se pasea, como siempre,
agarrado de la mano
del olvido.

Solo,
Solo, sobre todo, con mi soledad,
que se me antoja eterna.

Solo,
sólo con la vida a cuestas.

Solo,
sin ti, sin mí, sin dios y sin amor,
pero sobre todo, solo,
solo, solo sobre todo.

Neftalí

jueves, 27 de marzo de 2008

Siete de espadas


Arena en el alma y en la cara.

La luz es la última esperanza
pero alumbra tanto que me quedo ciego.
La isla está sola como aprendí de ella,
porque la isla flota a la deriva
como aprendió de mí.
Ambos nos miramos y nos dolemos.
Ambos tragamos con dolor
la locura del destierro.
La sangre brota impostora sobre los pedruscos
y ese agujero que desciende al fin del mundo
finaliza en mí
y entonces la rabia copa mi tristeza
y acabo desangrado
en mitad del tiempo
como un vagabundo de si mismo,
cobarde, estéril, perdido, servil.
La gente desapareció engullida
por sus idiomas ininteligibles
otrora montaban concursos por hacerse ver.
Poco a poco fueron desdibujándose como
tinta que arrastra la lluvia.
Una tarde comprendieron que yo ya no estaba
y ellos también se marcharon
dejando silencioso silencio
en los huecos de sus discursos incorpóreos.
De nuevo vuelvo a ti.
Como siempre en cada ciclo, en cada descanso, en cada impulso…
Suelo y pared que me detiene en mi caer
hacia el abismo.
Final y principio. Límite.
Yo.
Mi destino.
Neftalí

martes, 27 de noviembre de 2007

Siete de Bastos (I)

Atrás la gente lloraba
borraban trozos de piedra mentira
con la que dilapidar las iras
y las nostalgias.

Llovía y a ratos soleaba,
como en un cuento melancólico sin tiempo,
acordes ni razón,
y como siempre anochecía
y como de nuevo ya nadie contaba
con llegar a casa,
y lo que es más
como a nadie ya le importaba,
empecé a temblar dudando
si la muerte basta o no basta
para derramar la vida.

Atrás la gente lloraba,
lanzaban trozos de piedra mentira
dilapidando sin mesura sus salidas,
sus ventanas, sus pecados, sus coartadas.

Yo me agazapé un instante
intentando amor no amarte.
La noche crujía y sólo huían los cobardes.
Querías volver a casa,
querías volver, pero era tal vez demasiado pronto,
pero ya era quizá demasiado tarde.

Y allí tirada en el suelo con el pelo rojo
ardiendo sangre,
con la mirada fundida en el asfalto
los nudillos remando hacia el olvido
mis uñas no lograban despertarte.

Atrás la gente miraba, buscaban retablos de hipocresía
para lavarse la cara como quien construye balsas
y se escapa sin consejo a la deriva.

Siete de Bastos (II)

Ya estábamos solos los tres,
tu amor, mi amor y el fracaso.

Una soledad sonando a claxon
y el incesante gotear de coches
inquietos por procesionar tan despacio,
todos solos detrás de las mismas vueltas
condenando la desgracia, inmunes
desde sus ventanillas.

Atrás la gente gritaba, buscaban retratos
donde pernoctar o mirarse reflejados,
tan sólo eso.

Yo ya no escuchaba a la manada de buitres
ni a sus egos…
Me abracé a ti por última vez
amando ese instante como tal vez jamás amé
tu vida.

Te abrace con la ira vencida y contenida
por las poderosas zarpas de la impotencia ocre.
Yo te abracé para darte todo lo que alguna vez he sido
y todo lo que jamás seré,
todo lo que supuse,
todo lo que creé, todo lo que creí, todo lo que tuve, todo.

Luego, cuando al fin abriste las alas
y te disolviste misteriosa en la misma lluvia poderosa
que me secaba las lágrimas,
y luego cuando al fin volaste
deje que mi amor, amor se confundiera “para por siempre” contigo,
con la noche, con la lluvia, con el viento, con el infinito.

Hasta el fin del fin, aunque la muerte sea nuestra frontera.
Luego, como si se tratara de un juego de niños
la vida junto al mar, con nuestra arena muerta,
se dedica, a construir nuevos castillos vivos.

Gracias por dejarme una vez vivir en tus murallas,
gracias por dejarme una vez amar en tus almenas.
y gracias sobre todo por enseñarme a morir cuando es preciso
y a resurgir como un milagro en primavera.

Neftalí

jueves, 21 de junio de 2007

Sota de Copas

“Eso quedará aunque caigan las hojas
eso quedará aunque vuelva a vivir
eso quedará amarrado a mi sombra
eso quedará en mí”

P. Guerra
El viento vertiendo su amuleto
de verticalidad girada
sobre las ramas que escapan
hacia el horizonte de los árboles.
La lluvia combatiéndolo
y este olor vivo e intenso
a tierra mojada
que por un momento descarga de olvido,
la memoria de mi alma.

Yo ya he estado aquí contigo.
Fue quizás en otro sueño, contigo.
Corría de tu mano y tú te alegrabas de ser mía.
Corría
sin que nada ni nadie
alcanzara a paliar
la paradójica tristeza
de tu inmortalidad.
Y te miraba, más feliz por tu sonrisa prisionera
que por mi propia dicha efímera,
resumida a detenerte y contenerte
un instante más,
frente al resto de eternidad impermeable de mi condena.
Yo ya estuve aquí contigo
debajo de mis encinas, hermanas de sangre (desangradas)
cobijándonos de la tormenta entre los olivos,
sin mundo, sin futuro, sin tierra, sin esperanza…
…pero contigo.
Neftalí

viernes, 25 de mayo de 2007

Dos de Oros

Si tuvieras que elegir
entre nacer despacio
o morir indiferente
elige siempre
la peor de las opciones.

Sólo la suerte nos devuelve
la verdad escupiéndonos la cara
con nuestras perversas
mentiras fermentadas.

Sólo se puede ganar
si se apuesta todo y más
a la carta descartada.

Algún día más pronto que tarde
partiré por fin
en busca del destino
que el destino me depara.
Partiré tranquilo, partiré despacio
tan sólo con un beso y una almohada.

Cuando al fin la marea me arrastre
a la orilla equivocada
recobraré todo mi poder de antaño,
abriré mi alma prisionera
volveré a casa , al hogar,
y construiré
en el lugar de siempre,
contigo, mi isla negra.

Neftalí