viernes, 5 de octubre de 2007

Siempre Eva


A Frida, al elefante y a la paloma

Eva saltó del tejado porque no escuchaba el reír de los pájaros. Se desplomó de un suspiro. Eva dejó que su voz fuera el vivo retrato de los gritos envejecidos de un mimo. Eva se posa en mi mano. Eva me susurra al oído.

Eva conoce el nombre verdadero de las cosas. Conoce como se llama la sonrisa de un niño. Conoce como se apellida la fragancia de una rosa. Conoce el nombre de puertas maravillosas que los hombres, malvados, lograron desterrar a donde reside el olvido sin memoria.

Eva se sienta en el espejo y no es capaz de frenar el manantial de sentimiento que la rebosa. Eva se derrama e inunda la casa, las calles, las palomas. Eva se queda vacía y nadie se acerca a desaguarse en ella. Eva sola. Eva cascarón de nuez. Eva marchita. Eva derrota. Eva se explota. Eva se contrae. Eva se tira…

Dejé que pareciera un final. Dejé que las camparas tañeran como ahora. Dejé que las flores traspasaran el papel y que tú, Eva, mi Eva, Eva sangre, Eva tierra, Eva madre, Eva amiga, aparecieras con ropaje de plaza desierta…

Pero los dos sabemos que como un rayo volé, y raudo como un beso te contuve entre mis brazos, entre mis letras, en mi sonrisa. Ya que los dos sabemos que hay secretos que mejor no contarlos. Pues los dos sabemos que la vida se engancha de una rama de un hilo o de una lágrima y luego se queda prendida y no te deja, ya nunca, nunca te suelta. Porque los dos sabemos que aquello fue una fuga planeada, concebida, deseada, y que ahora por fin y al fin eres LIBRE Y PLENA.

Eva saltó su destino sin dudarlo. Eva soñó que soñaba y me sonríe silenciosa habitando con su abrazo mis notas.
Eva se quedó flotando,
por siempre y para siempre.
Eva Acompañando


Neftalí

No hay comentarios: