Míralos, como reptiles, al acecho de la presa, negociando en cada mesa maquillajes de ocasión; siguen todos los raíles que conduzcan a la cumbre, locos por que nos deslumbre su parásita ambición. Antes iban de profetas y ahora el éxito es su meta; mercaderes, traficantes, mas que nausea dan tristeza, no rozaron ni un instante la belleza...
Aute.
Porque vivir exige un esfuerzo mayor que el simple hecho de respirar.
Porque la justicia florece debajo de las lapidaciones...
Las prisas, las ansias, las ambiciones, el egoísmo, el éxito tienen la insana costumbre de quedarse prendidos por dentro de quienes los avalan y usan de estandarte. Luego una capa negruzca va tiñendo el iris y los oídos, va insensibilizando la piel y la pituitaria, y aquello que siempre gustaba acaba por ni eso...
Es un túnel acaso lapidario se va excavando creyendo que es hacia el cielo, cuando la propia definición de tunel proclama lo contrario. Es un suerte de suerte que una vez aceptada va nublando los sentidos y podando inexorablemente la belleza...
Por eso aspiro a no dejarme llevar por las ráfagas de viento ni por los tentadores rápidos del río, por eso espero saber siempre parar el carro a tiempo y seguir a pie, antes de poner en peligro la capacidad de comprender el mundo. Porque, ¿hay algo peor que no ser capaz de sentir en un mundo repleto de belleza?
Neftalí
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