Lo que embellece a una ciudad, por muy impresionante que ésta sea, es que en cualquier rincón, entre renuncios o en el sitio más insospechado, una flor lucha por perfumar con su legado de belleza y luz a los transeuntes principitos despistados...
En mitad de la arena, entre los brotes de hierba, o entre un montón de gente corriente, una rosa, como una cara o una sonrisa, como una carcajada que se expande ruidosa hacia el universo, siempre aparece para ponerte la casa del revés, para desmarañarte y devolverte, con un suspiro, la vida...
Neftalí
1 comentario:
Qué bonito. Leyendo este texto me ha apetecido irme de viaje a cualquier ciudad y ponerme a buscar rincones con flores.
Un abrazo!
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