ESCLAVA mía, témeme. Ámame. Esclava mía! Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo, y en él despunta mi alma como una estrella fría. Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos. Mi propio latigazo cae sobre mi vida. Eres lo que está dentro de mí y está lejano. Huyendo como un coro de nieblas perseguidas. Junto a mí, pero, ¿dónde? Lejos, lo que está lejos. Y lo que estando lejos bajo mis pies camina. El eco de la voz más allá del silencio. Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.
Y me sorprendo a mi mismo regresando hasta el final, donde el mundo estaba aún sin descubrir, donde ni tus besos eran tus besos, ni mi saliva podía imaginarse rumor de olas rompiéndose en espumas y corales contra tu boca. ¡Ni siquiera el tango se había inventado! ¡Ni siquiera los poemas en tinta sobre tu espalda, ni las toallas rosas, ni el sexo contra espejos abrillantados! Apenas teníamos cosas sencillas, tan primitivas que no tenían más remedio que existir: tu cuerpo desnudo, como un menudo regalo interpretando al piano, milagro y sacrificio, notas que iban vistiendo de eternidad y deseo, la habitación. Y ahí, de pie, mirando frente a frente el instante prendido del recuerdo, tomo un poco aire, deshago las maletas del olvido y me dejo suspirar... Y me descubro a mí mismo regresando en volandas al tiempo que pudo ser, a ese que tal vez nunca tuvo lugar... Y al acercarme al borde del precipicio para evocarte, el ritmo de la música, tembloroso, se desliza inseguro hasta desvanecerse sin dejar rastro. Mientras tanto el sol, como un guiño, sonriéndome al costado, se deja atrapar por el mar... ¿Acaso no es todo esto una lección o una señal? ¿Acaso no fui yo un sol que se quedó dormido en tu seno y en tus senos, hasta desaparecer? Y me imagino a mí mismo regresando al principio, donde todo acaba... Y sé que, pese a todo, la música nunca se apaga y la mañana vuelve a brotar como hebras de luz detrás de el horizonte oceánico, y sé que con o sintigo, como el astro rey habré de volver a aparecer, al alba, con mi red roja de miradas mágicas, mis canciones, mis poemas, mis conjuros, mi innegociable sonrisa y mis ganas de iluminar...
-Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?
El Principito...
Como dijo otro poeta, "no siempre lo urgente es lo importante"... y nosotros aquí dale que dale, confundiendo prioridades... !así nos va!
Una vez estuve loco por ti... o debo decir una vez lo estaría... Incluso alguna otra vez alguien debió estarlo por ti... El recuerdo se desangra y te encuentro bailando tango con los labios rojos y cara de niña. Acaso como si el tiempo anidara otro mundo regido por reglas distintas cuando se arremolina a tu lado... Te pido bailar y el tiempo termina de colapsar sobre si mismo. El principio vomita el final y todo se funde en la misma rueca de Penélope que nunca se acaba, que nunca se termina... Una vez estuve loco por ti... y acaso me basta una sonrisa para recordar que mientras esos imponentes labios tuyos sepan disfrazarse de tantos labios extraños, en cierta forma, nunca volveré a estar loco por ti, y a la vez nunca dejaré de estarlo...
Deseo by Pedro Guerra on Grooveshark Te seguiré hasta el final te buscaré en todas partes bajo la luz y las sombras y en los dibujos del aire Te seguiré hasta el final te pediré de rodillas que te desnudes amor te mostraré mis heridas Y con las luces del alba antes que tú te despiertes se hará ceniza el deseo me marcharé para siempre Te seguiré hasta el final entre los musgos del bosque te pediré tantas veces que hagamos nuestra la noche Te seguiré hasta el final con el tesón del acero te buscaré por la lluvia para mojarme en tu beso Y con las luces del alba antes que tú te despiertes se hará ceniza el deseo me marcharé para siempre y cuando todo se acabe y se hagan polvo las alas no habré sabido por qué me he vuelto loco por nada