lunes, 17 de septiembre de 2007

Allá donde se cruzan los caminos...

Me gusta escuchar a Gala hablar de soledad con la forma de decirlo en inglés, con su lonelyness y su solitude... Me gusta verme a mi mismo descubriendo en el trastero de lo que pude ser y no he sido, escarbando en los pedazos de destino que olvidé.

Luego están esas tardes en la que el tiempo se para y te quedas encerrado en un bucle de silencio, corrosivo y desterrador, acaso como si la ausencia amenazara con desenterrar nuestro propio convencimiento de ser algo.

Siempre tendré esa imagen grabada, una tarde lluviosa de verano inglés, en la parte de atrás de un coche, mirando a través del cristal rebosante de gotitas imperfectas e indiferentes. Delante otro mundo, fuera el universo entero desconocido y descontrolado, demostrándome que somos islas, pequeñas islas, humildes islas que navegan a la deriva por amor al mar... Aquella tarde la soledad me agarró, pero en la rellerta le robe una llave...

Años después cuando la noche amenazó con dejarme indefenso again, anduve hacia dentro hasta llegar ahí,
tome la llave y al abrir comprendí que la llama insobornable de nuestra propia alegría tienes sus raices donde nadie ni nada puede corromper. Porque cuando el deseo es amplio las veredas son infinitas...

donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo...

Neftalí


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