Cuando, por fin, tengas que reemprender tu viaje a Ítaca, no olvides que cada etapa del camino es la mejor. Disfrútala con la fruición con la que saboreamos un manjar, y aprende a apreciar cada tramo del trayecto sin desmerecerlo en favor de otros momentos que fueron o están por venir.
Que las ansias por aventuras más gloriosas o más dulces no te cubran de impaciencia tu mirada. El viaje tiene sus fases, y si no sabes quemar cada una de ellas, llegado el momento te lamentarás por no haberlas sabido disfrutar todas, a causa de tener la mirada inquieta.
Vendrán épocas más estimulantes y otras en las que nos tocará caminar a gatas. Tendremos que lidiar con comerciantes justos, así como con vendedores intrigantes y mezquinos. Habrá ratos en los que tendremos que luchar contra los altibajos del camino contando únicamente con nuestras manos, y habrá momentos en los que el peso será más liviano al poder repartirlo con gentes que caminen a nuestro lado...
En cualquier caso no te olvides de que el camino es el regalo y el legado, y que debe ser nuestro deber y nuestra labor, sentirnos felices y capaces de poder disfrutarlo, como se disfruta la música o los besos... despacio, muy despacio...
Neftalí
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