Hasta la victoria...
¿Cuándo dejaremos de necesitar batallas, derrotas y marchas triunfales?
¿Cuándo dejaremos de pensar que nuestros argumentos merecen ser distribuidos como verdaderos, a diestro y siniestro?
¡Cuándo aprenderemos!
Ni mis verdades son mejores que las tuyas, ni tus motivos superan a los míos.
Tú no intentes obligarme con sangre a retirarme a las llanuras invernales.
Yo no te empujaré con nimiedades terminadas en punta de diamante, a retroceder hasta donde dejas de ser.
Tú no me obligues a callar a voces mis secretos.
Yo te prometo que intentaré no olvidarme de tus sueños...
¿Y si acaso nuestras razones se enfrentaran?
¿Y si pretendemos habitar el mismo tiempo y el mismo espacio con dos músicas distintas?
¿Qué hacemos?
¿Sucumbimos al caos engendrado, o por contra, nos volvemos humanos e intentamos subir el volumen de la nuestra, o acallar la que no nos gusta?
Hasta la victoria siempre.
Pero la mayor victoria es saber encontrar acuerdos.
Y ya lo sé. No siempre es posible, y llegado el momento tienes que decidir si mirar para otro lado y fingir que nada se puede cambiar, o reclutar un puñado de soñadores y desembarcar en la Sierra Maestra...
Y ya lo sé... No siempre se puede encontrar ese equilibrio que permite escuchar en sucesivos lapsos o intervalos, las distintas melodías...
Y ya lo sé, hay veces, que no hay más salida que buscarse otro rincón donde poder escuchar tu música.
Y ya lo sé, otras veces, no queda más remedio que dejarse la piel y hasta la vida...
Y ya lo sé, incluso hay veces en lo que lo más sensato es dejarse perder...
Pero lucha hasta al final y encontrarás la mejor de las salidas.
Pero luchemos hasta el final, codo con codo, mirándonos a los ojos... y encontraremos la puerta de la espléndida ciudad escondida...
hasta la victoria siempre...
porque la mayor victoria siempre será el llegar, por fin, a entendernos...
Neftalí.
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