La supervivencia es lo que tiene, que obliga a cambiar el mundo, deformarlo irremisiblemente hasta que quede a nuestro antojo. Una vez con el mundo rebozado y remozado las leyes de la física no nos afectan porque ahora las espinas no pinchan y el dolor ha sido adormecido con morfina. Puede que en el proceso las rosas ya no huelan tanto, ni el río hable todo lo que debiera, o por lo menos que ya no lo haga en alto, tan solo a solas, puede que alguna que otra risa cómplice se despeñe a la indiferencia omnipotente, pero, ya se sabe, esos son los daños colaterales...
El manual del ave fenix, en cualquier caso puede incluir técnicas que son todo una muestra de lo complicadamente adaptativos que podemos ser cuando nos empeñamos en seguir en el frente de batalla de nuestra propia vida, pero, ¿esa adaptación es solo recurso o tenemos que empeñarnos hasta engañarnos a nosotros mismos?
Está claro que el camino que te trae hasta el aquí y el ahora es el "mejor" para un ave fenix, puesto que si no lo fuera entraríamos en paradoja, pero, ¿acaso esa misma condición de dibujar siempre el presente como el mejor posible no limita en cierto grado la capacidad crítica con las decisiones y errores del pasado?
Viene a ser diferente, en cualquier caso andar el camino a conocer el camino, pero sin lo segundo no hay posibilidad ni soñando de lo primero. De igual forma es diferente ser capaz de creer que lo mejor es lo presente de la capacidad lúcida de no volver a revivir errores pasados en el caso improbable de que se nos volviera a presentar la ocasión...
El querer lo que se tiene no debe ser excusa en cualquier caso para justificar errores, porque como ya dijo el poeta (que lo es) las estirpes que olvidan pecados no merecen una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra...
Torra
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