El título es un jeroglífico que hay que saber algo de inglés para entender pero, quién dijo que haya que entenderlo todo para saberlo todo. Claro que luego está quien se queda en la superficie y no se entretiene con las entrelíneas...
Pero dejemos las pistas a un lado y comencemos el relato de los hechos acaecidos en dicha reunión.
Comenzó la velada con disposición abierta. Predisposición al entendimiento si bien cada cual en su esquina del cuadrilátero hasta tal punto que hubo que colocar esquinas supletorias, sin malas intenciones ni puños altos, sólo una suerte de calentamiento y estiramientos convencionales.
Una vez se fueron serenando los egos empezamos todos a vernos un poco, a entendernos. Con la sonrisa en la boca cada cual habitó la parte de la paleta (que no tabla, ni menos de queso) correspondiente. Jamás se vio una presentación tan elongada. Cada cual en cada esquina pero la mesa redonda invitaba a presidir. Y así cada cual fue exponiendo sus motivos, históricos, cambio dinámicos, sóficos, autoreivindicativos, integradores, humanos, parroquianos, familiares e incluso infantiles, que hay de todo...
La comida se fue comiendo entre vino y risa, que dirían los romani, y de risa a risa nos vamos que nos dan las mil y una... La comida escasa, el precio abultado, la compañía inmejorable, haciendo balance aun nos sobran 10 euros y algunas inquietudes que afilar.
Entre piedras de hace más de 2000 años cuan insignificantes y a la vez gigantes resultan nuestras penas y alegrías. Con la tarde soleando y el evening calando de frío las espaldas, descubrimos que en este mundo siempre hay personas con las que podrías compartir conversando varias vidas... (quizá hasta más, pero eso ya será discutido, ya).
Luego el personaje, los personajes, los importunios, los zarandeos... y la pelotita que se escapa hasta el impredecible cielo (de la boca). Y adiós de la familia, un adiós que es hasta luego, que nos sirvió además para comprobar que los wateres pueden hallarse casi en las puertas del reino, y que una persona puede tomarse simultáneamente un carajillo y un colacao, que pa eso tenemos dos bocas que rajan como cuatro.
Por fin, fin final, cada cual por su camino y vuelta a los mundos conocidos de la cotidianidad...
Luego análisis, reflexiones, vivisecciones y conclusiones. Y quién esté libre de culpa que tire la primera roca...
Por fin en casa, tumbado en el sofa, te pones a repasar los puntos y las comas. Luego abres el angular y te quedas como un tonto pensando: que sería de la vida sin estas pequeñas cosas...
y claro, entonces, suena la canción:
Torra
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