sábado, 19 de diciembre de 2009

De lo invisible y lo invisible...


De aparecer con una botella de anís, o una caja de bombones, una pandereta o un paquete de alpiste.

De encontrar promesas sobre la mesa con las que compartir y hermanarnos, sobre las que montarnos y deslizarnos cual trineo, ladera abajo.

De dibujar tableros infinitos, o de descifrar claves imposibles, o de dejarnos rebozar, como filetes, de esta mezcla de harina y simpatía, de la que se nos quedan colgados los labios inferiores entreabiertos, presagio incuestionable de la sonrisa naciente.

De compartir encuentros sencillos y grandes causas, de amasar cientos de colores, papeles y mensajes en una caja cualquiera, de esperar el instante adecuado para abrir ese regalo, que por serlo, en ese lugar, para esa persona y en ese momento, hacen que sea el regalo justo, merecido y perfecto.

De cantar con las orejas puestas mientras que alguna madre desde la puerta lucía ojos interrogativos de búho, ojos meditabundos de incrédula.

De lanzar al viento flechas cargadas de esperanza, de gritar al cielo guiños, de simplemente celebrar, con cualquier excusa, invisible o visible, con cualquier motivo, visible o invisible, que cada día es la fiesta que conmemora que nos lo merecemos por tener corazón, que somos capaces de creer en los demás, y sobre todo, que no podrán con nosotros mientras seamos conscientes de que estamos vivos...

Torra

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