jueves, 3 de diciembre de 2009

Erasé una vez un iceberg

Y yo convencido de que eras un muñeco de hielo, o una mercedita de trapo... pero debajo, siempre debajo, enterrado en el jardín o volando entre constelaciones y rompeolas, una roja inmensidad de amapolas se extendía...

Yo estaba contento porque había aprendido en este tiempo como llegar a las cavernas donde se esconden las puertas del nuevo amanecer. El sol brillaba con fuerza, la hierba preñaba de esperanza las mañanas y hasta los delfines en el cielo saltaban para hacerme compañía con su vuelo... Estaba, hasta entonces, en mi mejor momento...

Y de pronto vos, plum, sin previo aviso, en mitad de cualquier conversación, arrogante, sin pedirme permiso, te dedicaste a salir de todas las puertas ¡A LA VEZ!

Y de pronto vos. La inundación me sorprendió más cuantitativa que cualitivamente. A la vejez viruela... y así, me quedé colgado hasta las trancas de la vida que desprendes, empapado como un niño al que nadie viene a recogerlo después de la escuela...


¿Y si entonces, con tu autobús rojo de dos plantas, bajaras de nivel, aliviaras mi destierro y me miraras?¿Y si entonces dejaras que tu parte sumergida apareciera? ¿Y si entonces, simplemente entonces, amoldaras tus corales a mis labios, abrieras los ojos y me quisieras?

Neftalí

PS. Te espero en mitad de mi desierto, grapado a mi terna de preguntas, anhelando tu tercio de respuestas...

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