Cantaba Benedetti que hay que defender la alegría:
DEFENSA DE LA ALEGRÍA
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivasde las ausencias transitorias
Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Y es que hay que defender a las cosas de ellas mismas... hasta a la alegría hay que protegerla de que se enfrente a su propia sombra o que se realimente, o que entre en resonancia y explote...
Y a nosotros, náufragos o marinos, o pacientes princesas o fareras de este reino, trovadores sin cuento... Y a nosotros, seres que habitamos los personajes de esto que llaman mundo moderno, y a nosotros, ¿quién nos defiende, a nosotros, de nosotros mismos...?
Por que tal vez habremos ganado un tesoro en nuestro camino a Ítaca cuando aprendamos a no auto atacarnos, ni directa ni indirectamente... cuando decidamos hacer un pacto con la alegría, defenderla a ultranza y que ella nos defienda, a cambio, a nosotros, incluso de nuestra misma mente...
Neftalí
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