Capítulo
1: Misterios.
Se
llamaba Poca y bailaba tango. Y sólo había una cosa que hiciera mejor que
bailar tango: resolver misterios.
Poca Lua,
que así se llamaba nuestra intrépida amiga, trabajaba de detective privado, con
mayor o menor fortuna.
En su
vida siempre había tenido claras dos cosas, le encantaba resolver acertijos y
le apasionaba bailar. Será que la cabra siempre tira al monte que, finalmente, se
acabó convirtiendo en una de las mejores bailarinas de tango argentino de la
región, además de una reputada detective privado.
Su
formación en lenguas le sirvió más de lo que pudo prever al principio, cuando
empezó a trabajar de secretaria para Claudio Amaro, referencia indudable de la
investigación privada en la década de los 90. Cuando éste se jubiló, Poca no
sólo sabía toda la burocracia necesaria para mantener el negocio, sino que, con
una discreción envidiable, había ido adentrándose en el trabajo de campo. De
hecho, sabiendo que la jubilación de Claudio estaba cercana, se había sacado la
licencia de armas y el carnet de investigador.
(comienzo del libro "Sombras de Lisboa" de Tiger Ann)
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