No importa la niebla que haya cubierto tus otoños,
ni el barro que te aceche enclavado en viejas historias...
No importa las mochilas cargadas con problemas,
con estiércol, ni carroña...
No importa los frenos adheridos a nuestros intentos,
ni las ramas de eucaliptus que intentan tirarnos
por enésima vez de la bicicleta.
No importa los malos rollos,
ni las cohortes de fantasmas,
ni los pretéritos imperfectos...
No importa que nos encontremos
varados al final de una vía muerta...
Porque de repente el sol...
y, ¡hala!, ¡a vivir de nuevo!
Neftalí.
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