Somos la música del universo.
la canción de amor de un dios
todopoderoso o inexistente,
la banda sonora que lo puebla todo
con miriámetros de sonrisas extendidas a bocajarro.
Al igual que el aire al vibrar genera
melodías,
igual que la guitarra retumba y expele canciones
igual que el violín aprende a parir cadencias
el universo vacío al vibrar genera
personas, amebas, pulsares o
conciencias...
amapolas, grillos, incoherencias, corazones, astrolabios...
Todo es parte de la misma composición,
por eso cuando
muera, por favor,
no me enterréis, ni me queméis,
ni me metáis en un
tarro...
dejadme volver a ser lo que fui,
dejadme volver a ser música
que se escapa de una cuerda o de una tecla,
dejad que me convierta en la melodía de la lluvia cuando
cae,
dejadme ser el ritmo indeleble que baila de labio en labio...
Neftalí
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