miércoles, 4 de noviembre de 2009

Estampas nocturnas bajo la luna llena...

Y mientras estoy de vuelta de acompañar a Horacio, la soledad de la noche y sobre todo el silencio se ver coartado y cortado por la voz de un coro que ensaya a hurtadillas en el pabellón de deportes de un colegio cercano. Moldesa me saluda con su letra azul, y allá al frente la luna se esconde entre vapores que la velan sin dejarse tapar...

Yo hubiera preferido un campo de encinas o un olivo, antes que las baldosas tan antientrópicamente colocadas, o los bloques de pisos, yo hubiera preferido una escoba y tres objetos imposibles, quien sabe, incluso hasta algún deseo inoportuno, antes que tener que soportar la levedad a la que esta sometido mi camino sin tu camino...

Entonces recuerdo las palabras de hace un rato, de Horacio, que me hicieron reír tanto:
-A mí lo que me molesta de una mujer es cuando me dice: no te quiero hacer daño. Pues claro que no, es que si quisieras hacerme daño serías una psicópata... (la gracia la tiene cuando se escucha a Horacio contándolo)

Tal vez él tenga razón. Tal vez el sufrimiento está sobrevalorado, así como la protección a los bocados de la gente cuando domesticamos y somos domesticados... Tal vez con tantas reservas nos hacemos insensibles a la verdad, a la sutileza de la calidad de este milagro... UNA vida. Basta de andar a medio gas, voy a salir ahora mismo a la calle a romper todas las corazas para el corazón (http://brovales.blogspot.com/2008/05/corazn-coraza.html). Así que voy a dedicarme a vivir sin miedo, a entregar sin mesura, y a no esperar de la luna más de lo que me quiera regalar. A partir de ahora, cierro los ojos, me tumbo en mi bote salvavidas y a confiar en que la brisa me lleve donde me tenga que llevar. Sea el cielo de los pistachos o el infierno del arroz...

Aunque después tenga que andar como un espantapájaros, aunque luego tenga que reinventarme por vez número 22...

Pablo (el mago Basoalto)

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