martes, 29 de marzo de 2011

Bodegón

Entre tanto el granito, como avena desterrada
se iba diluyendo en el silencioso discurrir
de los pensamientos...

Apenas el centeno y la calabaza
o alguna noticia vaga
de todo lo que acaba, lo hace bien...
pero... ¿y la alegría?
esa que arrasa casas y desperdiga miradas
esa que deshace maletas y derrota murallas
esa que derrite inviernos, esa, ¿donde estaba?

Bodegón de palabras, examen incautado,
delante los niños, en lucha, regurgitando
mientras el yugo y el mazo, "inaplacable",
del reloj,
apuesta por desterrarlos
del edén

La violencia en la pared como un cartel
que lucha contra sí misma,
y ese "NO" como única respuesta...
la callada que se dispara
mientras el papel
se impregna de la tinta
y el cálido latir de primavera
que aprieta desde fuera, que empuja
pero no traspasa
y se queda como testigo muda
llenando de flores el cristal

El tiempo sigue rodando y alguna pregunta me aplaca
Me acuerdo del hombre de Ángel González
y de lo que se necesita para construir
las oportunidades que los niños desparraman...

Conciencia e inconsciencia
y la esperanza
de que pese a todo llegaremos
una esperanza, acaso, como un salvavidas casero
de la que dejarse colgar cuando la impotencia arrecia...

N.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Otra esquinita rota de esta primavera tierna

El singular se escribe rascacielos y el plural también se escribe rascacielos. Pasa lo mismo que con escarbadientes. Los rascacielos son edificios con muchísimos cuartos de baño. Eso tiene la enorme ventaja de que miles de
gentes pueden hacer pichí al mismo tiempo. Los rascacielos poseen además otras ventajas. Por ejemplo tienen ascensores con mareos. Los ascensores con mareos son muy modernos. Los edificios viejísimos no tienen ascensores o sólo tienen ascensores sin mareos y la gente que vive o trabaja allí se muere de vergüenza porque son muy atrasados.

Graciela o sea mi mami trabaja en un rascacielos. Una vez me llevó a su oficina y fue la única vez que hice pichí en un rascacielos. Es bárbaro. El rascacielos de
Graciela tiene un ascensor con mareos totalmente importado y por eso a mí me revuelve muchísimo el estómago. El otro día hice el cuento en la clase y todos los niños se murieron de envidia y querían que los llevara al ascensor con mareos del rascacielos de Graciela. Pero yo les dije que era muy peligroso porque ese ascensor va rapidísimo y si una saca la cabeza por la ventanilla se
puede quedar sin cabeza. Y ellos lo creyeron, si serán bobos, mire si los ascensores de rascacielos van a ser tan atrasados como para tener ventanillas.

Cuando hay un apagón en los ascensores de rascacielos cunde el pánico. En mi clase cuando llega la hora del recreo cunde la alegría. El verbo cundir es un hermoso verbo.

Además de ascensores con mareos los rascacielos tienen porteros. Los porteros son gordos y jamás podrían subir por la escalera. Cuando los porteros adelgazan no les permiten seguir trabajando en los rascacielos pero
tienen la oportunidad de ser taxistas o jugadores de fútbol.

Los rascacielos se dividen en rascacielos altos y rascacielos bajos. Los rascacielos bajos tienen muchísimos menos cuartos de baño que los rascacielos altos. A los rascacielos bajos también se les llama casas, pero tienen
prohibido tener jardín. Los rascacielos altos hacen mucha sombra, pero es una sombra distinta a la de los árboles. A mí me gusta más la sombra de los árboles, porque tiene manchitas de sol y además se mueve. En la sombra de los rascacielos cunden las caras serias y la gente que pide limosna. En la sombra de los árboles cunden los pastitos y los bichitos de San Antonio.

Yo pienso que allí donde está mi papá, a última hora de la tarde debe cundir la tristeza. A mí me gustaría mucho que mi papá pudiera por ejemplo visitar el rascacielos donde trabaja Graciela o sea mi mami.

M. Benedetti