martes, 23 de abril de 2013

Las personas de los tiempos verbales

¡Qué mala gente que son las personas de los tiempos verbales!
No sois vosotros, ni somos nosotros, ni son ellos, ni siquiera ustedes. No es ella, ni es él, ni ello, ni vos, ni tú, ni siquiera yo. La culpa la tenemos todos y cada uno.

Por separado ponemos carita de cordero degollado, como si nunca hubieramos roto un plato. Tu tuviste. Ala. Y ya está. Pero claro luego a todas las demas personas les entra envidia. Y entonces él tuvo, y como ni ella ni ello van a ser menos, pues claro resulta que todos ellos tuvieron, y tú, mosqueado me presentas a él, a ella, a ello o a los tres, y entonces vosotros tuvisteis. Y digo, "jue", pos si yo también tuve, y resulta que nosotros tuvimos...

Así como Ariadna (como la editorial del mi libro de lengua en 1º de BUP) logró hacer escapar a Teseo del laberinto sin minotauro, así, tirando tirando, cada vez que una de las personas sale a relucir, las demás salen en tropel a escoltarla.

Y así empiezan a llenar, libros, chuletas, diccionarios.

Y no quiero ni siquiera recordar lo que hace cuando esta plantilla de gentes sin misericordia se asocia con la aguda lanza de los verbos irregulares... ¡un desmadre!

Por eso, aunque la primera persona del singular me cae muy de cerca, aunque la segunda sea la que me lea, aunque todas nos tocan en algún momento de alguna forma, digo yo, ¿no podían llegar a un arreglo para no complicarnos tanto las cosas?

Torra

sábado, 6 de abril de 2013

Una piedra en el camino

Yo sé bien que estoy afuera
Pero el día que yo me muera
Sé que tendrás que llorar

Dirás que no me quisiste
Pero vas a estar muy triste
Y así te vas a quedar

Con dinero y sin dinero
Hago siempre lo que quiero
Y mi palabra es la ley
No tengo trono ni reina
Ni nadie que me comprenda
Pero sigo siendo el rey

Una piedra en el camino
Me enseñó que mi destino
Era rodar y rodar

También me dijo un arriero
Que no hay que llegar primero
Pero hay que saber llegar

José Alfredo Jiménez.


Realmente las letras del maestro no tienen desperdicio.
Todo ahí, condensadito y con rima, como tiene que ser. Luego, llegas tú y ante estas verdades sólo te queda la posibilidad de asentir como un bobo.

Tal vez el sino de muchos de nosotros es precisamente ese, rodar y rodar. Y pese a todo, gracias José Alfredo por recordarnos que pese a los tropiezos, pese a los malos días en los que no te sale una a derechas, pese a los inconmesurables, todo queda en anécdota si finalmente sabemos llegar...

En ello estamos, amigo, en eso estamos...

Basoalto