jueves, 13 de octubre de 2011

The Dark Side Of The Moon

¿Que se escondé detrás de lo que no se ve? ¿Detrás de las puertas cerradas? ¿Detrás del más intenso NO? ¿Qué se esconde detrás del ya no más? ¿Detrás de los senderos imposibles, de las ventanas tintadas, de los agujeros de aguja, de los imposibles?

¿Qué se esconde en lo más oculto del lado oscuro de la luna? Una rendijita... Si miras a través de ella, titilando como un sueño, se encuentra durmiendo el cordero que tanto necesitabas...

Exuperry

lunes, 18 de abril de 2011

Rompiendo modelos (breaking patterns)


El arco y la flecha, el barco y el puerto, la guía y el árbol: Modelos. El proceso de enseñanza aprendizaje lo máximo a lo que debe aspirar es a sembrar la cabeza del aprendiz de modelos.

Einstein decía: "El ejemplo no es la mejor forma de educar, es la única".

Pero el proceso de enseñanza aprendizaje se cierra cuando el modelo es dominado, destruido y superado.

Al igual que la guía es útil para el árbol pequeño, cuando este es grande, se convierte en un lastre, en una traba que le permite seguir creciendo.

Debemos crear modelos, sembrar la cabeza de los niños de modelos que les permitan crecer rectos hasta el Sol. Y también debemos invitar a eso mismos niños, a, llegados el momento romper con ellos.

De nuevo la tricotomía, paciencia para aprender el modelo, fuerza para romperlo y sabiduría para saber en que momento el modelo carece ya de sentido.

Creemos modelos, sembremos de guías los cerebros, suscitemos la necesidad de procedimientos modélicos, y todo ello, siendo muy claros en que todo proceso tiene fecha de caducidad. Toda teoría tiene otra que abarca más, desde la mecánica clásica, hasta la teoría de la relatividad general...

Cuando estemos preparados sabremos dar el siguiente paso

Torra

martes, 29 de marzo de 2011

Bodegón

Entre tanto el granito, como avena desterrada
se iba diluyendo en el silencioso discurrir
de los pensamientos...

Apenas el centeno y la calabaza
o alguna noticia vaga
de todo lo que acaba, lo hace bien...
pero... ¿y la alegría?
esa que arrasa casas y desperdiga miradas
esa que deshace maletas y derrota murallas
esa que derrite inviernos, esa, ¿donde estaba?

Bodegón de palabras, examen incautado,
delante los niños, en lucha, regurgitando
mientras el yugo y el mazo, "inaplacable",
del reloj,
apuesta por desterrarlos
del edén

La violencia en la pared como un cartel
que lucha contra sí misma,
y ese "NO" como única respuesta...
la callada que se dispara
mientras el papel
se impregna de la tinta
y el cálido latir de primavera
que aprieta desde fuera, que empuja
pero no traspasa
y se queda como testigo muda
llenando de flores el cristal

El tiempo sigue rodando y alguna pregunta me aplaca
Me acuerdo del hombre de Ángel González
y de lo que se necesita para construir
las oportunidades que los niños desparraman...

Conciencia e inconsciencia
y la esperanza
de que pese a todo llegaremos
una esperanza, acaso, como un salvavidas casero
de la que dejarse colgar cuando la impotencia arrecia...

N.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Otra esquinita rota de esta primavera tierna

El singular se escribe rascacielos y el plural también se escribe rascacielos. Pasa lo mismo que con escarbadientes. Los rascacielos son edificios con muchísimos cuartos de baño. Eso tiene la enorme ventaja de que miles de
gentes pueden hacer pichí al mismo tiempo. Los rascacielos poseen además otras ventajas. Por ejemplo tienen ascensores con mareos. Los ascensores con mareos son muy modernos. Los edificios viejísimos no tienen ascensores o sólo tienen ascensores sin mareos y la gente que vive o trabaja allí se muere de vergüenza porque son muy atrasados.

Graciela o sea mi mami trabaja en un rascacielos. Una vez me llevó a su oficina y fue la única vez que hice pichí en un rascacielos. Es bárbaro. El rascacielos de
Graciela tiene un ascensor con mareos totalmente importado y por eso a mí me revuelve muchísimo el estómago. El otro día hice el cuento en la clase y todos los niños se murieron de envidia y querían que los llevara al ascensor con mareos del rascacielos de Graciela. Pero yo les dije que era muy peligroso porque ese ascensor va rapidísimo y si una saca la cabeza por la ventanilla se
puede quedar sin cabeza. Y ellos lo creyeron, si serán bobos, mire si los ascensores de rascacielos van a ser tan atrasados como para tener ventanillas.

Cuando hay un apagón en los ascensores de rascacielos cunde el pánico. En mi clase cuando llega la hora del recreo cunde la alegría. El verbo cundir es un hermoso verbo.

Además de ascensores con mareos los rascacielos tienen porteros. Los porteros son gordos y jamás podrían subir por la escalera. Cuando los porteros adelgazan no les permiten seguir trabajando en los rascacielos pero
tienen la oportunidad de ser taxistas o jugadores de fútbol.

Los rascacielos se dividen en rascacielos altos y rascacielos bajos. Los rascacielos bajos tienen muchísimos menos cuartos de baño que los rascacielos altos. A los rascacielos bajos también se les llama casas, pero tienen
prohibido tener jardín. Los rascacielos altos hacen mucha sombra, pero es una sombra distinta a la de los árboles. A mí me gusta más la sombra de los árboles, porque tiene manchitas de sol y además se mueve. En la sombra de los rascacielos cunden las caras serias y la gente que pide limosna. En la sombra de los árboles cunden los pastitos y los bichitos de San Antonio.

Yo pienso que allí donde está mi papá, a última hora de la tarde debe cundir la tristeza. A mí me gustaría mucho que mi papá pudiera por ejemplo visitar el rascacielos donde trabaja Graciela o sea mi mami.

M. Benedetti

miércoles, 19 de enero de 2011

Azúcar

Mientras el azúcar se deshace sobre las conciencias inestables, iba pensando acaso, sintiendo, como todo lo grande y lo pequeño se unen y se desligan, rayando el continuo espacio tiempo una vez tras otra.

Azúcar como un terrón que se empeña en sobrevivir en ese café, tomado con toda la parsimonia del mundo, mientras la tarde se va velando de ocre sobre los veladores envejecidos de hollín y malaquita. Y mientras tu mano se desliza en busca de la mía, el azúcar, ese otro, microscópico, se disgrega en cada célula de tu cuerpo y el mío, alimenta nuestros cerebros, nuestros complejos motores de los gestos, nuestros músculos faciales, y nos hace sonreír...

Y así, mientras que la tarde sigue cayendo y las quiosqueras callando a cada lado de la calle, al azúcar grande se compincha con el pequeño para que cada gota de energía, sea como frases entrelazadas de un lejano sueño.

Neftalí