viernes, 26 de diciembre de 2014

Reseteando el contador de sueños...


Porque tomos hemos estado perdidos (lost), alguna vez.

Porque todos hemos estado, largas temporadas, encerrados en un isla, pulsando botones, repitiendo rutinas, pensando que esa es la única forma de seguir en pie...

Pero el mantener la situación nos hace esclavos de la misma. Todo sistema tiende a evolucionar, las promesas acaban erosionadas, o bombardeadas, como la nariz de una esfinge, y los muros que nacieron para contenernos (con el pretexto de protegernos), se acaban saltando, cayendo, derrumbando...

Cada fin de ciclo conduce inexorablemente a un nuevo comienzo. Y cada etapa es necesaria, no es preciso ni acortarla ni dilatarla, !qué dure lo que tiene que durar! 

Y a su vez cada nuevo empezar es complejo, pues nos saca de nuestra zona de confort. 

Por eso, una vez el contador llegue a cero, tenemos que apretar los dientes, agarrarnos los machos y esperar lo que venga después...

Sea lo que sea, sabremos sobrevivir como verdaderos domadores de sueños.

Neftalí

martes, 23 de diciembre de 2014

Sombras de Lisboa

Capítulo 1: Misterios.

Se llamaba Poca y bailaba tango. Y sólo había una cosa que hiciera mejor que bailar tango: resolver misterios.

Poca Lua, que así se llamaba nuestra intrépida amiga, trabajaba de detective privado, con mayor o menor fortuna.

En su vida siempre había tenido claras dos cosas, le encantaba resolver acertijos y le apasionaba bailar. Será que la cabra siempre tira al monte que, finalmente, se acabó convirtiendo en una de las mejores bailarinas de tango argentino de la región, además de una reputada detective privado.


Su formación en lenguas le sirvió más de lo que pudo prever al principio, cuando empezó a trabajar de secretaria para Claudio Amaro, referencia indudable de la investigación privada en la década de los 90. Cuando éste se jubiló, Poca no sólo sabía toda la burocracia necesaria para mantener el negocio, sino que, con una discreción envidiable, había ido adentrándose en el trabajo de campo. De hecho, sabiendo que la jubilación de Claudio estaba cercana, se había sacado la licencia de armas y el carnet de investigador.

(comienzo del libro "Sombras de Lisboa" de Tiger Ann)

jueves, 18 de diciembre de 2014

Transiciones...

Llevo unos días arañando la corteza del mundo. Apenas una grieta en la pared para entrever lo que hay debajo. Apenas unas notas cuya lectura permite incrementar la calidad con la que te vas moviendo en este tablero...

Da igual que sean las matemáticas, la poesía, los monólogos, la enseñanza, los idiomas, el amor o el tango... cuando consigues abrir esa rendija por la que contemplar la esencia del mundo, entonces comprendes que todo funciona de la misma manera...

Con el tiempo me estoy dando cuenta de que soy más perfecionista de lo que pensaba. Le estoy cogiendo el gusto a hacer no sólo bien las cosas, sino a intentar hacerlas mejor. Y resulta que cada acción compleja se reduce a un conjunto de pequeños cosas... Hasta ahora pensaba que la calidad consistía en hacer esas cosas muy bien... y de repente, casi como una revelación, me percato de que la clave no está sólo en el nivel de cada elemento, sino en la capacidad de las transiciones para no hacerse notar...

Lo que mejor hago lo hago bien porque puedo pasar de tema a tema, con un chasquido, de manera suave, casi sin notar el cambio... lo que no hago tan bien está condicionado por la falta de buenas transiciones...

Y en esas estamos, practicando en distintas facetas de mi vida para conseguir que las transiciones den el valor que tiene a los elementos que están comunicando...

Y en esas estamos, aprendiendo a vivir la vida en un dulce abrazo que suavice las vainas hasta fusionarlas con el grano... 

lunes, 15 de diciembre de 2014

Oda al día feliz

Y sucede que cada vez me cuesta más, saber donde acaba Neruda y donde empiezo yo mismo. Y sucede que hace tiempo que decidí dosificármelo para no quitarle cantos a mis labios...
Y, sin embargo, cuando se me aparece, me alegro tanto, tanto, tanto...

Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.

Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la tierra
el aire canta como una guitarra.

Tú a mi lado en la arena
eres arena,
tú cantas y eres canto,
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena,
el mundo
es hoy tu boca,
dejadme
en tu boca y en la arena
ser feliz,
ser feliz porque si, porque respiro
y porque tú respiras,
ser feliz porque toco
tu rodilla
y es como si tocara
la piel azul del cielo
y su frescura.

Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz.

Pablo Neruda

miércoles, 10 de diciembre de 2014

It's funny how some distance makes everything seem small

Pues eso, resulta curioso como la distancia hace que todo parezca pequeño...
Pero sobre todo, resulta curioso como para que las cosas sucedan, en un determinado momento, tenemos que dejarlas ir, perder el control, ser libres de nosotros mismos...
Ponernos de pie con los brazos en alto y gritar: Let it go!


Let the storm rage on!!!
Y una vez hayamos liberado la tormenta, ya veremos como nos salvamos! si es que merecemos salvarnos!

Neftalí

jueves, 4 de diciembre de 2014

Gracias

Por las pequeñas cosas y por las grandes,
por estar enredado y por estar suelto,
por yacer despierto y por andar dormitando,
por poder guardar silencio y por poder romperlo cantando
por las caricias de gnomo y los abrazos de gigantes...
por tener tiempo...

Por la música y por la lectura,
por las letras y las pantallas,
por las lenguas fuera, los guiños y las miradas,
por la libertad y por la cerraduras
que habrán de quebrarse,
por el sabor de los besos...

Por el nido y por las alas
por el arrojo y las ganas de volar
por la curiosidad y los aguaceros
por los viajes, los libros y los cruceros
por dejar ayudarme y por dejarme, a mí, ayudar
por la caricia del viento...

Por los amigos que siempre flotan a mi lado,
por las madrugadas sin dormir, por las comidas raras,
por los cuerpos que se dejan habitar, por el tango,
por los pantanos que duermen por la mañana
por las sonrisas dadas sin pedir a cambio nada
por los sueños...

Por los amores que han sido y aquellos que serán,
por las golondrinas, los delfines, los jardineros,
por el vino, el fuego, el azúcar, las tizas, el pan,
por las ropas sin ropas y la oscuridad,
por saber reconocer cuando empieza una buena racha
Por estar vivo y viviendo...

A quien se las tenga que dar:
 GRACIAS

lunes, 1 de diciembre de 2014

volver a casa


 El color dorado de tus manos se ha convertido en el manto que los ginkgo bilobas han tejido este otoño tardío. Sonrío al ver cómo el frío se convierte en mi piel en un ejército de vellos espigados; pues más que la temperatura ambiente, es la sensación de que todo va a salir bien. Un viaje corto el que han hecho mis pies hasta llegar aquí. Con las llaves en la mano, no hay duda de que tenía ganas de entrar; abro decidida; pero inevitablemente miré atrás. Ese tipo de mirada donde no sabes qué buscas, si vas a encontrar algo o no, si estás huyendo de la calle o de lo que hay en la calle. Mirar atrás. Una vez más. Una vez menos para poner a cero este marcador. 

Una nube juega con la luz, la estrella de la farola ha comenzado a despertar. Cerrar la puerta y devolver la llave al abrigo. Un paso atrás, el momento del hogar puede esperar. Considero que si miro atrás es porque todavía quedan resquicios de magia que no he utilizado.

Y de repente, volviste a aparecer en las huellas de una bicicleta marcadas en el suelo mojado. Sabía que tenía que esperarte antes de entrar, que querías acompañarme en esta aventura. Un último vistazo a ver si todo está en su sitio: las hojas amarillas en el suelo, la nube en el cielo, la luz en la esquina, las llaves en el bolsillo, ya es momento de seguir. Buscar el sentido a las cosas que se hacen en general no aporta más allá de un espejo subjetivo; pero es precioso el momento en el que te das la libertad de manejar el tiempo sin querer entender nada, sólo respirar la música que lees entre líneas.