miércoles, 25 de julio de 2007


Si los mensajes y las botellas tuvieran la capacidad mutante de cambiar, al cabo de ser enviados muchos náufragos improvisarían un testamento nuevo con tal de descansar en paz. En una piedra derroté un suspiro y con polvo de estrellas renací la noche en que dejaste de llover. Hacía tanto frío que no supe si era mar o si era río pero tanta lágrima me derrotaba. Quise llorar y se me fue a tambalear todo lo rígidamente construido. Memorias de una caída. Debo poner mi mente, mi camino, mi destino en orden, pero no llego a sacar de lo alto del estante, las claves que me suspenden. Ni de puntillas puedo, ni de puntillas pude. Reniego. Tiro la toalla, miento y sufro. Para que me da Dios un camino si luego se olvida de la cantimplora con fuerzas para andarlo. En el cajón oculto, detrás de los libros, en lo alto del montón de libros, detrás, en un paquete de film transparente, como un suerte de juego de llaves del futuro... perdido... me derrumbo y pierdo... me vomito y regreso al nido, al origen, a la calma, a la fortaleza, a la muralla, a la burbuja donde el espacio tiempo pasa tan lento que puedes como se mueren firmamentos enteros... Recreación. Vueltas y giros rápidos... Todo se acelera, de nuevo la vida no me espera, de nuevo va todo tan tan deprisa que los ojos se me salen por la sisa y los pies por las ventanas... Allá arriba sigue la maldita caja de las mentiras incompletas. Ya no quiero saber más, ya no quiero sufrir más, mi mundo es redondo, completo, feliz, perfecto,... pero persiste el mareo y las nauseas por sentir que pese a todo, pese a que yo lo decidí todo, el ritmo de los acontecimientos me sobrepasa... pero aguantaré porque mi bola es todo lo que aspiro es todo lo que necesito es todo lo que tengo...

J.

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