viernes, 24 de agosto de 2007

25 de Abril

Fogonazo, impresión, explosión, incendio.
Fuegos artificiales, suerte de lagos Martiánez
o suerte de Saavedra.
Donde nadie mira, cuando nadie espera, a quien nadie llora,
para quien nadie se engalana
por quien nadie muere, por quien nadie mata...

Estufa caliente, y estufa fría, dejaré que la noche me diga
donde ir... y luego
partiré...
¿acaso alguna vez dudaste de mi herida?
¿acaso alguna vez pensaste que toda mi verdad fuese mentira?

Luego llega la noche y el desierto.
Nos sentamos en silencio a pesar del suelo y el frío.
Nos miramos a los ojos comprendiendo que después del fuego
viene el día.
Amanece, poco a poco nos vamos disolviendo
ahora ya solo me ves cuando sombreo o cuando lloro...
ahora ni yo mismo te veo...

El ciclo del agua, de la flor y de la vida...
Misterios que nacen gigantes a la orilla del adiós.
Almas fugaces como estrellas que se estrellan
que esconden secretos imposibles y que sin querer
desalumbran las veredas.
desandan los caminos hasta apagarse contra el mar...

Cantos rodantes que adiestra el río
con puntas redondas que pinchan sin pinchar,
lápidas, piedras,
volanderas que rebotan como bombas en la escalera
cuesta abajo del goodbye
en los peldaños cuesta arriba del hello.

Y después cuando la primavera desparrama el polen
cumplido el cometido por el que vivimos
resulta tan sencillo quedar desamparados
que nos vemos abocados a perder la voz,
la risa y las palabras...
que nos vemos obligados
a amarnos a quemarropa
hasta el límite mismo del dolor...


Neftalí

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