miércoles, 19 de marzo de 2008

Lucero



Un hombre debe ser capaz de amar y desoír, de calzar puños en alto y de plantar silencio, de llevar y ser llevado, de concluir con lametazos un destino de tortuosos enredos...

A la mentira, sonrisas, a la insolencia paciencia, al olvido poemas, al exilio semillas de las que florezca como una voz perenne la verdadera esencia de la libertad primigenia...

A veces nuestra verdad es tirada al suelo y pisoteada por gentes "deprisorias" que pasan por la vida como si fuera a acabarse y que aún así no aprovechan los pequeños momentos. Otras veces con rifles y maldiciones nos obligan a retirarnos de la línea de nuestro pacífico fin. Y otras veces nos envuelve una sensación inclemente de ser defenestrados de nuestros paraísos sin proclamas ni vuelta atrás.

Pero por encima de las nuestras verdades y las de los otros, esta la VERDAD, por encima de esa capacidad virulenta de hacernos saltar como resortes de ciertas caras, de ciertas aptitudes, de ciertos desencuentros, por encima, igual que otras veces a pesar, siempre hay un lucero brillando, sonriéndonos, guiñándonos un ojo y musitándonos al oído (como ansiosas palabras de amor del poeta): por mucho que te desdibujen la visión tu camino siempre seguirá prendido a las ganas que tengas de seguirlo


Basoalto

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