viernes, 21 de agosto de 2009

Réplica

Lo que más me asusta, al leer tus cartas, es que por momentos no sé si eres tú o soy yo quien las escribe. Me siento tan identificada con tu fondo y con tus formas que a cada línea se me abarrotan las lágrimas en los ojos.

¿Cómo puede ser posible que con el cruce de miradas entre parada y parada de metro nuestras almas se dieran cuenta de que estaban delante de la otra parte?

Desde la primera vez que te vi sentí algo extraño, nuevo, poderoso, arrollador. No quería tirar las campanas al vuelo, pero cada gesto, la forma en la que esperabas, como ibas tímidamente comiéndote el terreno, repitiendo viajes que, no sé donde trabajabas, pero resultaban excesivos, la forma en la que me mirabas como diciendo quiero volver contigo. Porque nunca pensaste, lo sé, igual que yo misma nunca pensé, en conocernos porque nos conocíamos desde hace siglos, siempre tuvimos en mente, el volver de nuevo al hogar, ese que sólo existe estando el uno junto al otro.

Te busqué hasta volverme loca, hasta te envié una despedida dejándote todas mis puertas abiertas. Y como no sabía donde encontrarte te la mandé al mar. Siempre guardé un hilito de esperanza, no sé con que coartada, ni se con que pretexto, por fin aparecieras.

Y de repente plam!, una carta hecha con materia reciclada, exhibiendo sin pudor tu dirección en el remite. Y de repente tú, diciéndome que a través del tiempo, también me esperas, también me sueñas, también me necesitas…
(...)

Talika

No hay comentarios: