martes, 9 de junio de 2009

Desanclaje...

Después de quedarme anclada a la otra vereda de ti. Después de llorarte todas las noches que duró la lluvia, y te puedo asegurar que fueron demasiadas. Después de tanto trotarte y de tanto desencontrarte, por fin llegué a tu puerta...

Estaba desnuda como si fuera la primera vez que naciera, dispuesta a disipar las dudas de tu mirada con el reflejo de tus ojos en mis ojos, pensaba decirte los miles de eclipses y de enanas blancas que tuvieron que poblar, impostores, el universo, antes de que las leyes del cielo, o los arcanos mayores de un juego, me confiasen la fuerza de llegar a ti. Tenía preparado incluso un discurso brillante, delirante, embriagador...

Y al abrirme la puerta como quien abre una agenda llena de notas, se me escapó el ánimo detrás del postigo y me convertí en sombra, en suspiro, en renuncio...

Ahora sigo aquí, habito tus mundos a lo lejos, me dejo besar por cualquier capitán, y si la pesca zozobra hasta por algún marinero sin galones... pero con el rabillo del párpado sigo esperando que bajes los brazos para volver a la carga, para reclutarte en mis hordas, para regalarte razones hermosas y redondas que no puedas rechazar...

y entonces los océanos que se empeñan en inundar nuestra distancia se convertirán en un hilillo de arroyo, que sólo tendremos que saltar para por fin, al fin, besarnos como dos locos...

Torriatte

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