miércoles, 6 de junio de 2007

Soles, estrellas, lunas y otros miriápodos...


A través del silencio descubro las formas, los cuerpos, las figuras, los soldaditos de plomo, los televisores rotos, las penas, las alegrías, las verdades, los adioses...

Hace tiempo que no salía a pasear, a escuchar al mundo. Solo, por vocación, manteniendo una confesión íntima con lo que duerme detrás de las cortezas. A veces me pueden las prisas, pero siempre la de siempre ardiente, me coloca, con empujones torpes en la eterna vía. Siempre a golpes de corazón y sonrisa mantengo encendida la llama de la rotación exigua...

Me siento a la orilla del puente a contemplar de nuevo el río. Me río y nos reímos. Ingredientes simples, cotidianos y desmerecidamente desmerecidos se juntan debajo de mi vara de naufrago mago. Una brizna de amanecer, con tres gotitas de "yo no he sido", cuarto y mitad de sobras de pastel y el humor acuoso de un ilusionista luso, todos en procesión calculada sobre los lindes color de naranja de la piel.

Me siento de rodillas a escuchar sin prisas lo que el mundo me tenga que contar... Y espero y esperando las fuerzas quedan sumergidas en el cuarto sueño y la octava despedida, y los límites de las cosas se "desborran" hasta que todo lo que fue se consume en un montón de ceniza, y de entre las sombras siempre como un remanente impermeable y a la vez calado en mis aguaceros y lloviznas, surges tú, como una estrella, como un lucero, recordándome que existen miles de millones de caminos diferentes, pero que detrás de todos, como siempre, hay una llave displicente, esperando sigilosa a darnos el privilegio de habitar juntos y en paz, a cada cual el mismo sueño...

Neftalí

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