lunes, 4 de mayo de 2009

Demasiado

Una semana es demasiado, hasta para mi pobre alma de cántaro, para mirar sin verte. Me estaba acostumbrando a ti. A tus besos, a tus mentiras, estaba incluso empezando a imaginar tus realidades. Será que el arte de desprenderse de las hojas de los árboles como rocío lo tienes dominado a la perfección...

De cualquier forma yo no puedo exigirte nada, ni pedirte cuentas. Cuando por la noche cruzas la puerta de mi habitación o invades mi sala de estar por la ventana. Cuando te apareces, guadianera como pocas, cuando más te necesito o cuando menos me lo espero, sólo tengo tiempo de sacar la pelotita que te guardo preciosa entre los dedos, o en el cielo de la boca, mando a mis musas a dormir, y me explayo en el preciado arte de tu prosa...

Y luego cuando te marchas, la voz de mi tinta se queda sorda y te recuerdo con hambre. Y cuando te marchas me cuesta mil noches volver a ser el Robin Hood que se desliza por los bosques en busca de las propinas de amor prestado que las damas caprichosas simulan no querer dar a los pobres... Así cuando te marchas cada segundo se vuelve una semana y aunque colgado de la estela que te precede y te corteja, comprendo que el concepto demasiado tuvo que ser acuñado para describir el tiempo que dura tu ausencia.

Heleu

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