lunes, 15 de octubre de 2007

Guide me myself...

Cada cual es una isla. Cada minuto, cada segundo, cada instante una embarcación abandona nuestra orilla en busca de personas, almas y sonrisas en las que reflejarse. Cada botella huérfana recolecta cientos de hermanas con las que poblar la arena. Cada voz dormida y lanzada retumba en el eco de las montañas circundantes que miran sigilosas sin atreverse más que a repetir el eco de lo que les es dicho...

Cada cual es una isla, pero en este mundo con tiempo nada más que para prisas, nos olvidamos sistemáticamente de las cosas sencillamente indispensables. Esos detalles que llenan la chistera de recursos para ser feliz, esas briznas de luz como brillantes en la cuneta que no nos atrevemos a buscar. En este mundo de trenes rápidos nos desligamos de lo elemental. Entonces carentes de perspectiva olvidamos verdades cuyo descuido pone en tela de juicio nuestra propia humanidad.

Crecemos veloces a la sombra de los demás. Imitamos sus gestos, sus miradas, sus canciones, sus poemas y hasta sus conjuros. Copiamos sus formas de seguir perdiendo, sus recursos para avanzar ganando, sus maneras de mantenerse discretamente en medio. Volcamos la maleta en los barcos que nos visitan y no mantenemos ni un hatillo de supervivencia... Y claro al final siempre acaba pasando lo que tiene que ocurrir. Las naves zozobran y las montañas, como dice la canción, se hunden en el mar. Sin nada, en mitad de la nada, con la negrura de la noche como testigo ecuánime, luchamos por llegar a casa, por volver a nosotros mismos, a nuestra isla negra, al hogar.

Todo empieza y todo acaba en nosotros mismos. Para dar, para darse, para compartirse, para cambiar el mundo, para reír, antes de nada hay que ser. SER, en nuestra isla insobornable, en nuestra soledad. SER. Como junco o como roble, como caña de trigo o como tronco de encina. Pero ser. Como olivo milenario o como brote de naranjo talado. SER.

Ser del verbo confiar, ser del verbo creer en uno mismo, ser del verbo asentar. Ser del verbo tierra y del verbo rojo. Ser sobre la pena, sobre los vecinos y sobre los antojos. SER.

Después, cuando encuentres el camino hacia ti misma, cuando te atrevas a andarlo cada día, cuando el camino te forme y te conforme, cuando seas hasta camino, un día voluntario como ayer, como hoy como cualquiera, te miraras y comprenderás que ya eres todo lo que andabas buscando, y todas las barreras, todas las dificultades, todas las trabas dejarán de serlo porque en ese momento serás libre y plena, por encima de juicios, prejuicios, exámenes, vergüenzas y fronteras.

y justo cuando seas tú empezarás a ser la tierra entera...


Torra

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