lunes, 21 de mayo de 2007

Ninfas y enseres

Tú, Alseide, como todas tus hermanas ninfas tenéis la mala costumbre de confundirme con un sátiro, por lo menos a primera vista. Luego cuando adentráis en los jardines que despliego, cuando os calmáis y escucháis mi voz recitando en silencio poesía del alma, una mezcla de perplejidad baldía y de ímpetu de compensación sobrada surge de vuestros labios para decir sin palabras lo mucho que nos engañan las impresiones apresuradas... Tú, Alseide, que te enfrentaste al padre de los dioses cuando osó rozar un jardín de amapolas, cansada de que te juzguen de forma equivocada, equivocándote al juzgar la jovialidad calculada de mis formas indiscretas de pasar desapercibido entre los bárbaros, como usas esos ojos anticuados para primeravistamirarme...

Después, cuando el ruido de los caballos alborotados se calman, y en un rincón te comparto la incorpórea levedad de tu mitológico secreto, cuando te llamo por tu nombre verdadero, entonces como un rayo, comprendes que las chispas y los sumideros, no pueden despreciarse...

!Faltaría Menos!

Neftalí

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