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Entonces recuerdo las palabras de hace un rato, de Horacio, que me hicieron reír tanto:
-A mí lo que me molesta de una mujer es cuando me dice: no te quiero hacer daño. Pues claro que no, es que si quisieras hacerme daño serías una psicópata... (la gracia la tiene cuando se escucha a Horacio contándolo)
Tal vez él tenga razón. Tal vez el sufrimiento está sobrevalorado, así como la protección a los bocados de la gente cuando domesticamos y somos domesticados... Tal vez con tantas reservas nos hacemos insensibles a la verdad, a la sutileza de la calidad de este milagro... UNA vida. Basta de andar a medio gas, voy a salir ahora mismo a la calle a romper todas las corazas para el corazón (http://brovales.blogspot.com/2008/05/corazn-coraza.html). Así que voy a dedicarme a vivir sin miedo, a entregar sin mesura, y a no esperar de la luna más de lo que me quiera regalar. A partir de ahora, cierro los ojos, me tumbo en mi bote salvavidas y a confiar en que la brisa me lleve donde me tenga que llevar. Sea el cielo de los pistachos o el infierno del arroz...
Aunque después tenga que andar como un espantapájaros, aunque luego tenga que reinventarme por vez número 22...
Pablo (el mago Basoalto)
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